Entre Virgo y Acuario.
Cada vez me interesa más la cocina y derivados. Debe de ser la edad.
Llevo meses dándole vueltas a este blog —siento que he finalizado una etapa y me apetece comenzar otra— y en un momento dado pensé en ampliar la temática y buscar maridajes. Y la caligrafía y la gastronomía me parecieron temas muy cercanos.
Esta es la primera experiencia.
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El Resoli es un licor típico de Cuenca, de la Semana Santa conquense, para ser exactos. Y su aparente sencillez es eso, aparente: con los mismos ingredientes los hay de buenos y de mejores.
Lo explico porque si alguien se decide a hacerlo, debe recordar que esta receta es sólo orientativa. La caligrafía no daba para más.
Le he dado muchas vueltas, he probado varias opciones —con la caligrafía, no con el Resoli, que lo hace doña Teresa, que es la que sabe— y ahora adjunto diversos intentos y resultados.
Primero probé con un papel artesano con barbas a los cuatro lados, bonito, pero con poco gramaje y un tamaño limitado. No me acabó de convencer. Las volutas de la orla también se me antojaron pequeñas.
Posteriormente utilicé un papel apergaminado, de dimensiones un poco mayores, pero la tinta no “cuajaba bien”. Las volutas, más grandes, me convencían más.
Finalmente, aunque el tono de blanco no me convencía para este trabajo concreto, me decidí por un papel que he adquirido hace poco, el Calligraphie de 240 gr. y un tamaño de 24 x 32 cm., fabricado por Lana Manufacture de Papier, con el que he trabado muy a gusto.
He vuelto a dorar las letras, pero el resultado todavía me parece nefasto. Cuando pueda haré un cursillo, o un taller.
Ferdinandus, d.s.