lunes, 4 de julio de 2016

Huertos Familiares. Bocetos. 2.

Me pasa a veces. En la caligrafía y en la vida. La sensación de que algo, que parece completo, no lo está. De que falta algo, aunque no sepa qué.
Me pasó con este trabajo. Tuve una sensación tan clara que lo dejé aparcado —de hecho seguía trabajando, pero con excesiva parsimonia— durante un tiempo. Hasta que descubrí no tanto qué le faltaba, sino qué me faltaba. 
Sucedía que había otro terreno cercano, otro huerto familiar, éste rodeado de naranjos, que también reclamaba mi atención. Aquí no había petición previa; era sólo una cuestión personal; de expresar algo muy íntimo en relación a ese lugar. Al terreno lo conocemos familiarmente como La Caseta, un espacio entrañable lleno comidas compartidas, de recuerdos y de desayunos en casa acompañados con sus frutos. Así que revisé mis fotografías previas de naranjas y flores de azahar, aproveché un viaje para hacer alguna nuevas y, a principios de abril, comencé a trabajar en un nuevo boceto, basado en la estructura anterior, pero sustituyendo los madroños por naranjos y cambiando el escudo heráldico para adecuarlo a las características de la familia.

Y desde entonces todo ha fluido de otra manera, aunque el proceso ha seguido su ritmo pausado, pero esta vez sin dudas. Eso sí, probando nuevas ideas constantemente en uno y en otro. Por ejemplo, estaba a punto de terminarlos y todavía introduje cambios en la decoración de las orlas.

Ahora se acaban. No sé si son mejores o peores que otras cosas que he realizado. Pero con pocos trabajos he disfrutado tanto, sobre todo con el último, que me ha recordado, en cada trazo y en cada aplicación de color, las reuniones familiares, las comidas compartidas y el sabor agridulce e intenso de cada mañana de invierno en los últimos años.

Ferdinandus, d.s. bajo el signo de Cáncer del 2016 A.D.

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